Città Nuova

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El informe del Instituto de Estadística (ISTAT) muestra una Italia con graves dificultades. Es necesario recuperar la esperanza con una nueva primavera espiritual y ética

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.12/2014 del 25/06/2014

Lavoro ridEl cuadro que dibuja el informa del ISTAT no es feliz, y hace falta mucha esperanza civil (gran virtud para estos tiempos difíciles) para no desanimarse y seguir luchando.

El primer mensaje que lanzan estas cifras se refiere al trabajo y al paro. Estamos en el nivel más alto desde 1977, la época del terrorismo y las brigadas rojas. La tasa media nacional de paro es del 13.6%, pero todavía nos asusta más ver que en los jóvenes llega al 46%, y en el Sur al 60.9%. Hemos dejado de ser capaces de crear trabajo para nuestros jóvenes. Podríamos encontrar más razones para la preocupación atendiendo a los datos de las personas que tienen trabajo y descubriendo que la crisis ha reducido los derechos efectivos de los trabajadores y que muchos se ven obligados a realizar trabajos que no les gustan.

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Cuando las crisis alcanzan niveles como estos, aumenta mucho esa forma de sufrimiento que nace de tener que realizar trabajos que no se corresponden con nuestra ‘vocación’ (ni con nuestros estudios), simplemente para no ‘morir’ y para evitar que nuestros hijos mueran. En el informe del ISTAT no están estos indicadores, pero los conocemos porque lo vemos cada día.

Profundizando un poco en los datos, vemos que la tasa de paro de las mujeres es, por término medio, dos puntos y medio mayor que la de los hombres. A nivel nacional es del 20% y en el Sur supera el 22%. Todos estos datos han empeorado en estos últimos cinco años, de lo que se deduce que esta crisis ha afectado más a las mujeres. Muchas de ellas, que habían intentado conjugar trabajo y familia, han tenido que volver a casa (otro dolor no contabilizado pero muy real). El capítulo demográfico del informe también habla en femenino. En estos últimos cinco años las mujeres italianas (y europeas) tienen menos hijos (1.42 por mujer), los tienen más tarde, y tienen menos en el Sur donde hay menos trabajo. Hay que echar por tierra, de una vez por todas, la idea de que las familias no tienen hijos porque las mujeres trabajan. Donde las mujeres no trabajan queriendo hacerlo, hay menos hijos, menos felicidad y más depresión. Hoy hay 320.000 familias con hijos menos que hace cinco años (2002-2007), y sólo son el 38% del total de familias. El informe estima que en los próximos treinta años el número de ancianos por cada 100 jóvenes se habrá duplicado con respecto a las cifras actuales (pasando de 123 a 278). Son datos demasiado serios como para no darles importancia. ¿Qué se puede hacer? Podemos y debemos aumentar los servicios a las familias jóvenes (también en esto la diferencia entre Norte y Sur es muy grande, demasiado), pero sin una nueva primavera espiritual y ética que vuelva a dar a nuestros jóvenes ganas de vivir y de construir el futuro, será muy difícil invertir esta tendencia hacia un verdadero declive.

En 2013, el 19.4% estaba por debajo del umbral de pobreza (contra el 17% de media en la Europa de 28 países), y las familias con carencias graves pasaron del 6.8% (del 2007) al 12.5, un salto impresionante. Llama mucho la atención que el 18.4% de las familias tenga más de cinco miembros. Pero el sistema político todavía sigue teniendo miedo de la familia. Estamos pidiendo y esperando que el Gobierno amplíe a las familias con una sola renta el bonus de los 80 euros, porque en Italia era demasiado difícil entender que si sólo trabaja uno de los cónyuges con un sueldo de 2.000 euros al mes y 3 hijos pequeños, esa familia tiene más dificultades que una pareja sin hijos donde cada uno gana 1.500 euros (más el bonus). Son cuentas demasiado difíciles si seguimos viendo sólo individuos, sin ver a la familia. La familia sufre, pero no cede y no deja que nos hundamos.

Buenas noticias llegan de la economía social y civil (a la que seguimos llamando equivocadamente ‘sin ánimo de lucro’). En los últimos diez años es el sector más dinámico: un 28% más de empresas y un 39.4% más de trabajadores. Ciertamente este aumento es una respuesta a un mundo con más soledad y fragilidad, pero también es una señal que nos dice que hoy y mañana el cuidado del otro será, con sus viejas y nuevas profesiones, un gran lugar de creación de trabajo.

Otra buena noticia llega de la longevidad. Italia es uno de los países donde un niño al nacer tiene mayor esperanza de vida: 79.6 años para los hombres y 84.4 para las mujeres. Pero las mujeres envejecen cada vez más solas. El 11% de las personas solas (que son 7.5 millones) tiene más de 85 años, y el 62% de las mujeres mayores envejecen solas. No olvidemos que muchas de estas mujeres han gastado los mejores años de su vida cuidando y acompañando a padres, madres, hijos tíos y abuelos.

Para terminar, un dato que debería hacernos reflexionar mucho: 370.000 familias están formadas por dos o más núcleos familiares, y en los últimos cinco años las personas que viven en estas familias pluri-nucleares han aumentado en 438.000 unidades. Se trata de padres que vuelven a acoger a sus hijos después de una separación, un divorcio, una emancipación fracasada, o parientes que, por motivos económicos, se ponen a vivir juntos. En nuestras casas hay más solteros, separados, divorciados, sobre todo con menos de 34 años y sobre todo mujeres. Estos jóvenes que vuelven a casa no son ‘hijos pródigos’ que se han comido los bienes de sus padres; son hijas e hijos, muchas veces frágiles, que no han conseguido crear la familia con la que soñaban. Hoy a lo mejor nuestras familias no organizan una fiesta, como en el Evangelio de Lucas, pero siempre los acogen y vuelven a arreglar las habitaciones y a sacar las camas que habían retirado años atrás. Y vuelven a luchar y a esperar, juntos.

 

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por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.12/2014 del 25/06/2014

Lavoro ridEl cuadro que dibuja el informa del ISTAT no es feliz, y hace falta mucha esperanza civil (gran virtud para estos tiempos difíciles) para no desanimarse y seguir luchando.

El primer mensaje que lanzan estas cifras se refiere al trabajo y al paro. Estamos en el nivel más alto desde 1977, la época del terrorismo y las brigadas rojas. La tasa media nacional de paro es del 13.6%, pero todavía nos asusta más ver que en los jóvenes llega al 46%, y en el Sur al 60.9%. Hemos dejado de ser capaces de crear trabajo para nuestros jóvenes. Podríamos encontrar más razones para la preocupación atendiendo a los datos de las personas que tienen trabajo y descubriendo que la crisis ha reducido los derechos efectivos de los trabajadores y que muchos se ven obligados a realizar trabajos que no les gustan.

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La dura realidad del paro

La dura realidad del paro

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El indicador del producto interior bruto no es el único signo de bienestar de un país

Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.10/2014 el 25/05/2014

operai al lavoro 03Si es verdad lo que dicen los medios de comunicación, el principal objetivo de nuestra política económica es que la variación del PIB vuelva a tener signo positivo. Relanzar el crecimiento. Sin embargo, no son muchos los que se hacen esta sencilla pregunta: ¿Estamos seguros de que aumentar el PIB, o crecer, sea siempre y en todo caso algo positivo y deseable? La variación del PIB dice demasiado poco sobre el bienestar, sobre la calidad de vida, sobre la democracia y sobre los derechos y libertades de un país. Siempre ha sido así. Los grandes economistas lo sabían y lo saben. Pero en nuestra sociedad, la capacidad del PIB para “hablar” se ha debilitado todavía más, aunque los debates públicos lo ignoren o finjan no saberlo.

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 En la sociedad de los siglos XIX y XX, donde la economía sobre todo producía mercancías y una gran parte de la humanidad carecía de muchas cosas necesarias para llevar una vida decente, aumentar la producción industrial y en general la renta de las familias era directamente algo bueno; los bienes se transformaban con facilidad en bien-estar.

Pero hoy, en nuestras sociedades de consumo, ¿qué dice del bienestar de las personas el aumento de la producción y del consumo de teléfonos móviles o de sofás? Es mucho más complicado pasar del aumento del consumo de bienes al aumento del bienestar. Lo que el PIB indicaba ayer, hoy cada vez menos, eran al menos los puestos de trabajo. Hoy, con la fuerte mecanización e informatización de la economía, ya no hay garantías de que el aumento del PIB conlleve un aumento del empleo, porque si el PIB aumenta gracias a empresas muy robotizadas que venden en la exportación, el crecimiento económico puede llevar, como lleva, una disminución del trabajo.

Hace doscientos años, los economistas eligieron para las mercancías la palabra “bienes”, tomándola prestada de la filosofía moral. Las mercancías de la economía so buenas, es decir bienes, porque poseerlas aumentaba el bien personal y el bien común. Hoy ese significado moral se ha perdido totalmente y seguimos llamando “bien” al pan, pero también llamamos “bienes” a la pornografía, a las minas antipersona, al juego de azar, con tal de que pasen por el mercado. Hasta tal punto que in Polonia se habla de incluir en el PIB incluso “bienes” que no pasan siquiera por el mercado, como la prostitución y las distintas actividades ilegales.

La industria de los juegos de azar, tan floreciente en Italia (que es la tercera economía mundial en este indecente sector), está en fuerte crecimiento y por lo tanto está contribuyendo a relanzar el PIB, y en esto también puestos de trabajo. Entonces ¿podemos estar contentos con este crecimiento y tal vez incentivarlo con la publicidad, como estamos haciendo cada vez más? En realidad, debemos decir en alta voz que este PIB no es bueno, que es malo, muy malo. Y debemos decir que estos puestos de trabajo no son buenos y que debemos hacer de todo para reducirlos.

Hoy como ayer no todos los puestos de trabajo son buenos. Siempre ha habido trabajos equivocados que la gente hacía y hace para no morir. Pero esto no debe impedirnos distinguir el trigo de la cizaña y después hacer todo lo posible para que aumenten los trabajos decentes y buenos y disminuyan los equivocados.
No debemos olvidar que con la abolición de la esclavitud en Europa y en América hemos perdido miles de puestos de trabajo, pero después de unas décadas hemos creado la revolución industrial y técnica precisamente porque faltó la esclavitud (trabajo a costo cero).

Nuestros abuelos y nuestros padres trabajaron en el Norte de Europa en las minas, y muchos murieron de silicosis para no morir de hambre unos años antes. Pero hemos conseguido, con la fuerza de las ideas y del movimiento de los trabajadores, cerrar estos trabajos e inventar otros mejores. Pero en Italia y en otros países europeos hemos perdido la capacidad de producir buenos y nuevos trabajos, y así están volviendo los malos trabajos que pensábamos que habíamos derrotado para siempre.
Están aumentando los trabajadores en los bingos, en las videoloterías, en las salas de máquinas tragaperras (más de 150.000 contando sólo las oficiales), en la pornografía, en el mundo de la prostitución y los abusos. Está aumentando de nuevo, y mucho, el consumo de tabaco entre los jóvenes (porque hemos dejado la prevención en la escuela) y de alcohol, y el consumo de televisión, tras una caída entre los años noventa y el comienzo del milenio, ha vuelto a aumentar desde hace unos años, volviendo al altísimo nivel de los años ochenta. Todo PIB, todo crecimiento, dicen muchos. Toda tristeza, soledad, y “deshumanización”, dicen otros, pero todavía somos demasiado pocos. La democracia ha sido durante siglos una “destrucción creadora” que ha dado muerte a actividades y trabajos equivocados para que surjan otros nuevos en su lugar.

En esta fase crucial de cambio de Italia y de Europa, hay una enorme necesidad de elevar el nivel de los debates públicos y de volver a poner en el centro la calidad moral de nuestro sistema económico.

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El indicador del producto interior bruto no es el único signo de bienestar de un país

Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.10/2014 el 25/05/2014

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PIB y calidad de vida

PIB y calidad de vida

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Del número especial de Città Nuova, con comentarios a los distintos capítulos de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii Gaudium. Luigino Bruni comenta los artículos 53 a 60.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova.it  el 8/12/2013

Borsa Tokio ridUn mercado excluyente reniega de su vocación ética y de su historia. Reivindicar la inclusión y la comunión es una gran operación de caridad civil en provecho de todos.

El Papa Francisco da en la diana cuando estigmatiza nuestra economía como una economía de la exclusión. Efectivamente hay una fuerte tendencia a transformar los bienes comunes en bienes de club. La diferencia entre ambos está precisamente en la exclusión.

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Los bienes comunes, desde la tierra hasta el agua, son tales precisamente porque nadie puede quedar excluido de ellos. Son bienes de todos. Por el contrario, la cultura de la privatización, cada vez más extendida, le quita a la gente los bienes comunes y el bien común, sobre todo a los pobres, que deberían disponer al menos de los bienes comunes, ya que no consiguen tener bienes privados como renta y consumo.

Una cultura de la exclusión que se extiende también al gran tema del trabajo. Si el trabajo no es más que un costo de producción, un capital o un factor de producción, puede ser sustituido por cualquier máquina o algoritmo que cueste menos. La perfecta intercambiabilidad entre el trabajo y el capital es uno de los grandes males de nuestro tiempo.

Hay que señalar además que la exclusión de los pobres no forma parte de la fisiología del mercado, sino que es una grave enfermedad suya. No hay que olvidar que la economía de mercado fue pensada e inventada por la escuela de Francisco (de Asís) en la Edad Media y adquirió su legitimidad ética precisamente por su capacidad de incluir a los excluidos. Como dice el Papa en el número 54, el «derrame» (la idea liberal de que cuando sube la marea todas las barcas se elevan, también las más pequeñas, o sea que la riqueza de los ricos beneficia también a los pobres) no es el principal efecto positivo de la existencia de una economía de mercado, sino la inclusión productiva. Pensemos en lo que supusieron el siglo pasado las fábricas en Italia y en toda Europa: millones de campesinos, muchos de ellos siervos de la gleba sin derechos y sin salario entraban en las fábricas, se organizaban en sindicatos y así nacían los derechos. Cuando nuestros abuelos recibieron un buzo y una nómina, con aquel buzo y aquella nómina comenzaba una nueva fase de la civilización, de su dignidad y de la de su familia.

El más alto grado de esta inclusión productiva se dio en el movimiento cooperativo, que fue y sigue siendo en muchas partes del mundo un gran movimiento civil y democrático, precisamente porque el mercado y las empresas eran lugares de inclusión, sobre todo de los pobres. La misma inclusión productiva que hoy produce el microcrédito y toda la economía justa e inclusiva. Por eso, al lado del “no” a la economía de la exclusión, hoy es necesario decir “sí” a la economía de la inclusión, a la economía civil y social, a una economía de comunión (CV, 46). Un mercado excluyente reniega de su vocación ética y de su historia. Reivindicar la inclusión y la comunión es una gran operación de caridad civil en provecho de todos.

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Del número especial de Città Nuova, con comentarios a los distintos capítulos de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii Gaudium. Luigino Bruni comenta los artículos 53 a 60.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova.it  el 8/12/2013

Borsa Tokio ridUn mercado excluyente reniega de su vocación ética y de su historia. Reivindicar la inclusión y la comunión es una gran operación de caridad civil en provecho de todos.

El Papa Francisco da en la diana cuando estigmatiza nuestra economía como una economía de la exclusión. Efectivamente hay una fuerte tendencia a transformar los bienes comunes en bienes de club. La diferencia entre ambos está precisamente en la exclusión.

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La economía de la exclusión

La economía de la exclusión

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Un estudioso que cita a Dante y revoluciona el pensamiento dominante. Entrevista exclusiva con el premio Nobel.

por Luigino Bruni

Publicado en Città Nuova n.3/2013 el 10/02/2012

Sen_YunusPara comprender quién es Amartya Sen un buen punto de partida son las últimas palabras de su libro de 2010, La idea de justicia: “La filosofía se puede ejercer con resultados de extraordinario interés sobre una variedad de cuestiones que nada tienen que ver con las miserias, las injusticias y la falta de libertad que afligen a la vida humana.

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Pero la filosofía también puede contribuir a dar mayor relevancia a las reflexiones sobre los valores y las prioridades, y también sobre privaciones, vejaciones y las humillaciones que en todo el mundo afectan a los seres humanos”. Sen está sobre todo a favor del segundo ejercicio de la filosoía y la economía y cualquiera que hoy quiera hacer lo mismo, debe conocer el magisterio de Sen sobre este y otros temas.

A los 80 años, Sen es uno de los intelectuales globales más influyentes en circulación, además de ser un gran economista (Nobel en 1998), porque va más allá de la ciencia económica. Con su vida y su obra encarna una frase que muchos de esta ciencia comparten: “Un economista que es sólo economista es un mal economista”. 

Sus aportes como estudioso han sido relevantes en los temas clásicos de la economía y también de la filosofía política, respondiendo mejor a algunas de las preguntas de siempre sobre pobreza, desigualdad, opciones colectivas.

Ha cambiado las preguntas de la ciencia económica e incluyó temas de los que también la economía debe ocuparse: los derechos, la libertad y, por lo tanto, las conocidas capabilities (en inglés, la real capacidad de hacer y ser). Partiendo de estos temas, Sen se ha ocupado del well-being (en inglés, bien-estar), una de sus palabras clave y un concepto que ha querido distinguir de happiness (en inglés, felicidad).

Para Sen, el well-being se mide sobre la base de lo que una persona hace y no de lo que siente (happiness): es decir, es un tema de libertad, de derechos, capacidad y funcionamientos. Para comprender su vasta obra hay que acercarla a la de clásicos como Adam Smith, J. S. Mill, Karl Marx, J.M. Keynes; economistas que centraron sus reflexiones en los temas del desarrollo, la riqueza de las naciones y la pública felicidad. Por lo tanto, en el gran tema de la distribución de los ingresos, de la pobreza y de la riqueza, la desigualdad y la equidad.

El debate sobre la happiness es rico y tiene al menos 40 años. Sen comenzó a ocuparse del well-being a comienzos de los ochenta, el período en que comenzaron las investigaciones sobre la "economía de la felicidad". Se estudiaba la felicidad de las personas con la idea de poder medir la felicidad subjetiva a través de cuestionarios. La principal pregunta en los formularios era la siguiente: “Piensa en la peor situación en la que podrías encontrarte y dale cero puntos; luego piensa en la mejor situación en absoluto y dale diez puntos. Luego, evalúa tu situación presente con un voto entre uno y diez”. Según tales estudios estos números pueden ser confrontados también entre personas diversas y en diferentes países. A partir de esta tesis, que es de peso, se llegó a demostrar que el ingreso per cápita y el PBI (Producto Bruto Interno) cuenta poco, o seguramente menos de lo que los economistas piensan, en la felicidad de las personas. Por lo tanto, Sen tiene su modo de acercarse al tema de la felicidad.

–Profesor Sen, usted mantiene una postura original con respecto a los estudios sobre la felicidad. En general parece ser muy crítico acerca de cómo los economistas y los sociólogos miden hoy la felicidad. ¿Es así?

«Sí y no. Si por happiness entendemos lo que el pensamiento utilitarista de J. Bentham evidenciaba con esta expresión, no puedo más que objetar, como lo afirma toda mi crítica al utilitarismo de estos decenios. Pero tenemos que ponernos de acuerdo sobre qué entendemos por happiness y qué lugar ocupa en la vida de las personas».

–¿Y cómo cambia?

«No hay dudas de que la felicidad es algo grande para lograr. Pero no es el único motivo por el cual se le atribuye valor. El problema surge cuando construimos una teoría ética, como hacen los utilitaristas (en especial Bentham), basada sólo sobre la felicidad, medida como diferencia entre los placeres y las penas. Es ésta una perspectiva que en estos últimos años ha tenido un gran revival. Esta visión restringida del bienestar basado en la felicidad (happiness) es muy problemática y peligrosa cuando la usamos para confrontar diversas condiciones de privaciones y miseria de las personas. En efecto, las evaluaciones de la propia felicidad están sujetas a efectos de adaptación, porque las personas se adaptan a situaciones también muy desfavorables, con tal de sobrevivir. Pero la capacidad de adaptación de las personas puede llevar a sacar conclusiones equivocadas, también en el plano de políticas sociales y económicas».

 

Este tema, conocido como el del “esclavo feliz”, es una de las constantes en el pensamiento de Amartya Sen sobre la felicidad. Habría que ponerle un marco y colgarlo en las sedes de toda institución y organización que se ocupa del desarrollo humano o de lucha contra la indigencia. Así escribe en 1993 este economista nacido en Bengala: «Consideremos a una persona con muchas desventajas, pobre, explotada, abusada laboralmente y que esté enferma, pero uyas condiciones sociales han hecho que se sienta muy satisfecha de su suerte (por medio de la religión, la propaganda política o la cultura dominante). ¿Podemos creer que le va bien porque está feliz y satisfecha?».

Me parece una crítica muy importante y digna de ser compartida. La coautora de Sen, la filósofa Martha Nussbaum, dice que existen “buenas penas” y “malos placeres”, como los buenos sufrimientos relacionados con las luchas por la conquista de derechos para sí y para los demás, o los malos placeres de quienes abusan de otras personas. Por lo tanto, el simple criterio de maximizar los placeres y minimizar las penas no dice nada, o demasiado poco, acerca de la calidad de vida de una persona, una comunidad o una sociedad.

–El trabajo con otros economistas (Stiglitz y Fitoussi) para detectar nuevos indicadores de bienestar que superen el PBI, ¿se basa en la imposibilidad de confiar sólo en la medición de la felicidad subjetiva?

«Sí. De hecho, tengo muchas dudas de que la felicidad individual sea un buen indicador del bienestar de las personas. Como mencioné, la métrica utilitaria basada exclusivamente en la felicidad puede ser muy injusta en relación con los que sufren privaciones de manera sistemática. Por ejemplo, los que ocupan los últimos lugares en nuestras sociedades estratificadas, minorías oprimidas en comunidades intolerantes, es decir, los desocupados y trabajadores precarios que viven en un mundo con muchas incertidumbres, trabajadores explotados en contextos industriales, amas de casa sometidas en culturas sexistas. Por cierto, gracias a su capacidad de adaptarse a las condiciones de vida logran sobrevivir, pero estas adaptaciones distorsionan las evaluaciones subjetivas de la felicidad de estas personas. En la evaluación de las condiciones de vida y de bienestar de los más pobres de la sociedad, los indicadores de felicidad nos dicen mucho menos que otros indicadores acerca de las condiciones objetivas de privación y de falta de libertad. Seres reconciliados y contentos con sus propias desventajas es algo muy diferente de no tener esas desventajas».

–Para usted, profesor Sen, en la línea de Aristóteles y los clásicos de la ética de las virtudes, la "vida buena" se mide por lo que las personas "hacen y pueden hacer" y no por lo que "sienten". Se puede decir que las modernas democracias necesitan varios indicadores de bienestar (incluído el PBI), porque cualquier reducción a un solo indicador, incluido el de la felicidad, pone en peligro la democracia y la libertad.

«Sí. Creo que también los indicadores basados en la felicidad son problemáticos, porque hacen que se cometan errores graves en perjuicio de las personas más desfavorecidas en la sociedad. En mi último libro, La idea de justicia, dije: “No es necesario ser Gandhi (o Martin Luther King, Nelson Mandela o Aung San Suu Kyi) para comprender que los objetivos y las prioridades de una persona bien pueden ir más allá de los estrechos confines del bien-estar y de la felicidad individual”».

–Me gustaría concluir con una frase de la Divina Comedia citada por usted: “Oh, humanos que nacisteis a altos vuelos, ¿cómo un poco de viento los echa a tierra? (Purgatorio, XII).

«En efecto, la pregunta de Dante es muy importante. Es grande el contraste entre los grandes logros que los seres humanos pueden alcanzar y las existencias tan pobres y limitadas que muchas mujeres y hombres terminan por vivir. La potencialidad de los seres humanos –de llevar una vida buena, de estar contentos y felices, de ser libres– es mucho mayor de lo que logramos concretar.».

Si la tarea del economista, al menos de gente como Sen, fuera la de estudiar para contribuir a la reducción de los obstáculos objetivos y subjetivos que nos impiden desplegar nuestras potencialidades, entonces ser economistas sería un buen oficio.

 

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Amartya Sen: “Cambiemos la economía”

Amartya Sen: “Cambiemos la economía”

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Entrevista con el economista Luigino Bruni sobre los juego de azar y las apuestas.  La propuesta: intervenir en todos los frentes, partiendo de la gente, para ayudar a las personas más frágiles

por Paolo Maina

publicado en Cittanuova.it el 17/05/2012

Slot_machinePocas ganancias, pero pregonadas a los cuatro vientos, y muchas pérdidas, siempre ocultadas. La fiebre del juego crece en Italia y las instituciones no hacen nada por remediarlo. Entonces ¿cómo se puede ayudar a quien no puede dejar de tentar a la suerte? Durante la manifestación internacional “Juntos por Europa”, en un congreso sobre la economía y el don, el profesor Luigino Bruni volvió a lanzar una propuesta que ya había formulado en otras ocasiones, sobre la necesidad de prohibir la publicidad de los juegos de azar y de revisar los criterios de expedición de licencias y concesiones en materia de juegos y apuestas.

Hemos querido profundizar en el tema.

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Profesor Bruni:  ¿Por qué un economista pone el acento en este tema?

«Existen vínculos evidentes, para quien los quiera ver, entre las apuestas deportivas, el negocio de las  maquinas de juego, cierta especulación financiera, los horóscopos y magos, los juegos de azar online y los "inocuos" raspa-y-gana. El primer factor que une a estos fenómenos sólo aparentemente distantes se llama dependencia: cuando hay una dependencia sabemos que existe un problema ético enorme, puesto que si se deja la gestión de estos ámbitos al solo mercado, el resultado es la explotación de los más débiles y frágiles por el lucro, con gravísimas consecuencias individuales, familiares y sociales. La adrenalina que experimentan los jugadores de máquinas al oír el tintineo de la cascada de monedas, es muy similar a la que experimentan los especuladores cuando  juegan con el cambio de divisas o con el precio de las materias primas».

Y, como ocurre en todas las cosas, hay un efecto dominó que afecta a otras realidades…

«La proliferación de los juegos de azar es un verdadero escándalo y, desde muchos puntos de vista, una plaga mucho más invasiva y grave de lo que habitualmente pensamos, cuyas raíces son profundas y serias. Estamos asistiendo pasivamente a un crecimiento masivo de una auténtica "cultura" de las apuestas y de la suerte. Pensemos, por ejemplo, en el caso de las apuestas futbolísticas, tan actual como recurrente. Hay una visión mercantil que está trasformando el fútbol de "bien relacional" (encuentro no comercial) en bien de mercado altamente especulativo. Gracias sobre todo a la dictadura sin oposición de las televisoras comerciales, que hoy dominan el futbol profesional, determinando su vida y su muerte, la dimensión de la gratuidad, que debería en cambio constituir su esencia, ya ha desaparecido del juego».

¿Qué podemos hacer?

«Sobre todo es necesario actuar "a todos los niveles". Un primer nivel es el político: ¿cómo es posible, por ejemplo, que no  se extienda a los juegos de azar (poker tv, apuestas online...) la prohibición de hacer publicidad que está vigente para el tabaco? Las dependencias son similares, incluso los efectos de estas nuevas dependencias tal vez sean más graves».

Pero ¿el prohibicionismo será suficiente?

«Pienso que no. Tenemos ejemplos históricos que nos enseñan que después se abren paso fenómenos clandestinos que favorecen la delincuencia organizada. Es necesario pensar también en actuar desde abajo, desde la sociedad civil y los ciudadanos. Por ejemplo, una especie de "objeción de conciencia" de muchos campeones, rechazando su participación en determinada publicidad.  Está luego la dimensión educativa, familiar y escolar. De todo esto hablaré en la Jornada Mundial de la Familia prevista para fines de mayo en Milán. Por ejemplo, debería haber grupos de familias que premien con un sello de calidad ética los locales y bares que renuncian a unos ingresos seguros eliminando las maquinas de juego; ese sello podría atraer a los mismos locales a otros consumidores civilmente responsables».

¿También hay que invertir la escala de valores?

«Mi idea, nuestra idea, es que hay que "premiar a los honestos" al mismo tiempo que se castiga a los deshonestos, algo que es coesencial. El desafío es grande. Occidente comenzó su extraordinaria historia cuando afirmó que la «virtud vence a la fortuna», que la '"eudaimonia" - la vida buena - no depende del destino, sino de nuestras decisiones encaminadas a la virtud, que es la única verdadera respuesta frente a la incertidumbre de la vida. La invasión de la cultura de la fortuna es expresión fuerte de la profunda crisis de la cultura occidental y de un fuerte retorno de la irracionalidad y la  fe en el "hado". Las virtudes públicas, ayer como hoy, nacen sólo de las virtudes privadas, más aún en tiempos de crisis».

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Entrevista con el economista Luigino Bruni sobre los juego de azar y las apuestas.  La propuesta: intervenir en todos los frentes, partiendo de la gente, para ayudar a las personas más frágiles

por Paolo Maina

publicado en Cittanuova.it el 17/05/2012

Slot_machinePocas ganancias, pero pregonadas a los cuatro vientos, y muchas pérdidas, siempre ocultadas. La fiebre del juego crece en Italia y las instituciones no hacen nada por remediarlo. Entonces ¿cómo se puede ayudar a quien no puede dejar de tentar a la suerte? Durante la manifestación internacional “Juntos por Europa”, en un congreso sobre la economía y el don, el profesor Luigino Bruni volvió a lanzar una propuesta que ya había formulado en otras ocasiones, sobre la necesidad de prohibir la publicidad de los juegos de azar y de revisar los criterios de expedición de licencias y concesiones en materia de juegos y apuestas.

Hemos querido profundizar en el tema.

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Dependencias a las que oponerse

Dependencias a las que oponerse

Entrevista con el economista Luigino Bruni sobre los juego de azar y las apuestas.  La propuesta: intervenir en todos los frentes, partiendo de la gente, para ayudar a las personas más frágiles por Paolo Maina publicado en Cittanuova.it el 17/05/2012 Pocas ganancias, pero pregonadas a los ...
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Este año ha estallado la primera gran crisis de la economía globalizada; una etapa del capitalismo ha agotado su capacidad creadora

por Luigino Bruni

publicado en: Città Nuova n.24/2011 del 25/12/2011

Borsa_Francoforte_ridEste año ha estallado la primera gran crisis de la economía globalizada. Esta crisis nos dice que una etapa del capitalismo, la del capitalismo individualista-financiero, ha agotado su capacidad creadora e innovadora y por lo tanto debe evolucionar rápidamente. Las finanzas creativas e innovadoras han permitido al Occidente industrializado (Estados Unidos y Europa) aumentar su nivel de vida a pesar de que en los últimos 20 años su economía real entró en una profunda crisis a causa del legítimo crecimiento de China, Brasil e India.

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Pero la crisis económica de estas últimas décadas hunde sus raíces en una crisis más profunda, occidental, espiritual, social y motivacional. De esta segunda crisis se habla poco, demasiado poco, pero si Europa y Estados Unidos no son capaces de superar la falta de entusiasmo y de hambre de vida que hace tiempo se insinúa en sus personas e instituciones, no habrá medidas económicas o reformas financieras capaces de sacarnos de ahí. A la economía, antes que los gobiernos y las instituciones, la mueven las pasiones y los ideales de los ciudadanos que hay que relanzar hoy en un nuevo humanismo, que responda al nihilismo consumista con nuevos valores capaces de futuro y de felicidad individual y pública. El excesivo endeudamiento privado (EEUU) y público (Europa) no es la causa de la crisis, sino su efecto, puesto que nos hemos endeudado ciertamente por despilfarro, vicios civiles y mala administración, pero también por algo más serio.

En un mundo en el que las relaciones y las comunidades se empobrecen, respondemos a estas nuevas carestías de bienes relacionales consumiendo más cosas y cuando el dinero se acaba o nos lo ofrecen a bajo costo, nos endeudamos. También creamos (en los países del sur de Europa) un estado hipertrófico como respuesta, equivocada, a la necesidad de salvar algo de la comunidad de la que todavía sentimos una cierta nostalgia en el ADN de nuestras culturas meridionales.

Nos espera un  2012 difícil y lleno de retos, porque esta crisis no es de las que pasan pronto. Pero, como ocurre en todas las crisis individuales y colectivas, las épocas difíciles y duras pueden convetirse en un tiempo favorable para echar mano de nuestras energías más profundas y tal vez redescubrirnos mejores.

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Este año ha estallado la primera gran crisis de la economía globalizada; una etapa del capitalismo ha agotado su capacidad creadora

por Luigino Bruni

publicado en: Città Nuova n.24/2011 del 25/12/2011

Borsa_Francoforte_ridEste año ha estallado la primera gran crisis de la economía globalizada. Esta crisis nos dice que una etapa del capitalismo, la del capitalismo individualista-financiero, ha agotado su capacidad creadora e innovadora y por lo tanto debe evolucionar rápidamente. Las finanzas creativas e innovadoras han permitido al Occidente industrializado (Estados Unidos y Europa) aumentar su nivel de vida a pesar de que en los últimos 20 años su economía real entró en una profunda crisis a causa del legítimo crecimiento de China, Brasil e India.

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Una crisis no sólo económica

Una crisis no sólo económica

Este año ha estallado la primera gran crisis de la economía globalizada; una etapa del capitalismo ha agotado su capacidad creadora por Luigino Bruni publicado en: Città Nuova n.24/2011 del 25/12/2011 Este año ha estallado la primera gran crisis de la economía globalizada. Esta crisis nos dice que u...
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Los sacrificios anunciados por Monti exigen una gran responsabilidad cívica. Podemos conseguirlo pero sólo juntos y sin recriminaciones de parte. Comentario de Luigino Bruni

por Maddalena Maltese

publicado en: Cittanuova.it el 5/12/2011

Mario Monti explica las medidas

Mario_Monti_ridEl presidente del gobierno italiano, Mario Monti, presentó ayer las medidas económicas que suponen un recorte superior a los 20.000 millones de euros, que deberían aliviar la situación económica italiana y salvarla del abismo de la quiebra.

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Los medios de comunicación ya han adelantado que habrá duros sacrificios, que han hecho llorar en rueda de prensa a la ministra de trabajo Fornero. Entre las protestas de unos y el aprecio de otros, le hemos pedido un comentario a Luigino Bruni, editorialista nuestro y profesor de economía política de la Universidad Bicocca de Milán.

Profesor Bruni ¿qué valoración hace de estas medidas?

«Me han gustado las decisiones que ha tomado el Consejo de Ministros y comprendo lo complejo que ha resultado elaborar estas medidas. Me ha gustado mucho el estilo con el que se han presentado, así como la gran humanidad de los ministros. Las lágrimas de la ministra de trabajo cuando anunció los sacrificios para las pensiones bajas dan testimonio de un estilo político muy distinto, cercano a la gente y a los problemas reales. También el hecho de llamarse unos ministros a otros por su nombre y tratarse de tú expresa el trabajo de equipo que han realizado juntos. Lo mismo por lo que se refiere a la decisión de reunirse con los agentes sociales. La rapidez y la firmeza con la que se ha actuado también son dignas de aprecio».

Pero vayamos al detalle de cada una de las medidas …

«Una nota negativa ha sido la decisión de aumentar el IVA, que es un impuesto injusto que grava el consumo de la clase media, que seguirá empobreciéndose y consumiendo menos, con el consiguiente riesgo de recesión. Pero es cierto que produce ingresos inmediatos. En cambio me ha gustado mucho la imposición sobre el patrimonio y la valentía para extender esta imposición a los títulos financieros y no solo a los bienes, las casas y los barcos. También es significativa la decisión de disminuir el IRPF, el impuesto sobre el trabajo, para permitir una recuperación seria. Las liberalizaciones serán importantes. En resumen, el conjunto de medidas confirma la visión de Monti que es básicamente un liberal, atento al mercado y a la competencia, alineado con la política de Europa. El largo plazo juzgará si sus decisiones han sido correctas».

La familia sigue siendo la gran olvidada…

«En este ámbito se ha seguido la misma línea del gobierno anterior: la familia sigue estando poco presente, si bien es cierto que Monti se ha comprometido personalmente a trabajar más y mejor y no se ha dado marcha atrás en las medidas ya aprobadas. Estamos al borde del precipicio y había que elegir las prioridades. Lo primero han sido los mercados. Los 20.000 millones que se intentarán recuperar en un año servirán de algún modo como señal positiva para disminuir la prima de riesgo que hace que paguemos intereses muy altos por nuestra deuda pública. El tema de la equidad me parece que ha estado muy presente en los distintos aspectos de la decisión. No se han anunciado cosas que después no se pueden llevar a la práctica».

Junto a las muestras de aprecio ha habido también protestas …

«Sería un error pensar que estas medidas sólo son del gobierno. Son de todos los ciudadanos, son de Italia entera. Este difícil momento exige una evolución de nuestra cultura, que debe pasar del lloriqueo y del particularismo a la responsabilidad, No se puede delegar todo en manos de quienes gobiernan, es necesario el apoyo de todos los partidos políticos y de los ciudadanos, porque si cada uno no siente como propias estas medidas no responderá de forma compacta a los sacrificios y buscará nuevas vías de evasión. Debemos volver a adquirir un espíritu más comunitario».

Desde el punto de vista europeo, ¿estas decisiones salvarán también el euro?

«Esta semana sera importante para la moneda única, pero el euro no se debilita ni se fortalece en una semana. Seguramente estas decisiones podrán invertir la tendencia negativa, pero Europa es mucho más fuerte de lo que se dice. Pero todos estamos llamados a tomar opciones más sostenibles, más sobrias y esto favorecerá un fortalecimiento general de toda la política europea».

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Los sacrificios anunciados por Monti exigen una gran responsabilidad cívica. Podemos conseguirlo pero sólo juntos y sin recriminaciones de parte. Comentario de Luigino Bruni

por Maddalena Maltese

publicado en: Cittanuova.it el 5/12/2011

Mario Monti explica las medidas

Mario_Monti_ridEl presidente del gobierno italiano, Mario Monti, presentó ayer las medidas económicas que suponen un recorte superior a los 20.000 millones de euros, que deberían aliviar la situación económica italiana y salvarla del abismo de la quiebra.

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Medidas para toda Italia

Medidas para toda Italia

Los sacrificios anunciados por Monti exigen una gran responsabilidad cívica. Podemos conseguirlo pero sólo juntos y sin recriminaciones de parte. Comentario de Luigino Bruni por Maddalena Maltese publicado en: Cittanuova.it el 5/12/2011 Mario Monti explica las medidas El presidente del gobierno ital...
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Las medidas económicas aprobadas están encaminadas a reducir el déficit y a alcanzar cuanto antes el equilibrio en las cuentas públicas.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.19/2011, 10/10/2011

Euro_ridLas medidas económicas aprobadas están encaminadas a reducir el déficit y a alcanzar cuanto antes el equilibrio en las cuentas públicas. Si queremos que la diferencia entre ingresos y gastos públicos sea cero (o positiva, teniendo en cuenta que tenemos que recuperarnos de una increíble deuda pública), podemos intervenir en los ingresos, en los gastos o en ambos conceptos. Supongamos que gastamos 120 e ingresamos 100; si queremos que las cuentas estén equilibradas podemos reducir los gastos en 20 o aumentar los ingresos en 20 (o tal vez -10 y +10).

Pero, a diferencia de lo que ocurre con la aritmética, recortar los gastos públicos o aumentar los impuestos no son decisiones para nada indiferentes desde el punto de vista de la justicia social. Si recortar gastos significa reducir las ineficiencias y el despilfarro de nuestra burocracia, bienvenido sea el recorte, porque eso es urgente y ético.

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Si por el contrario se recortan servicios y bienes públicos, entonces reducir el gasto público significa reducir la justicia en un país, porque se penaliza sobre todo a los más pobres. Cuando las familias tienen que empezar a pagar por la sanidad primaria o cuando en Milán sube el billete del metro de 1 euro a 1,50, quien paga estos recortes es la clase media-baja que utiliza la sanidad y el transporte público. Por otro lado, reducir la financiación de las entidades locales para asistencia y cuidado de personas, significa un duro golpe para esas realidades que se ocupan, con pocos medios, de los más frágiles y vulnerables. La riqueza y la pobreza de una persona no se mide sólo con la renta per capita, sino también con los bienes públicos de que disfruta.

En cambio, aumentar los ingresos podría hacer que los más ricos contribuyan más, no tanto mediante impuestos a los empresarios o a la creación de trabajo, sino sobre todo combatiendo los paraísos fiscales y las sociedades interpuestas (junto con los evasores), creando cuanto antes una “Tobin Tax” sobre las transacciones financieras y tal vez también otra patrimonial. Si, por el contrario, para aumentar los ingresos se aumenta el IVA, siguen sufriendo más las familias y los pobres. Los impuestos y el estado social son asuntos muy serios, son los pilares sobre los que se apoya el pacto social que mantiene unido a un pueblo y hay que manejarlos con sumo cuidado, sobre todo en tiempos de crisis.

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Las medidas económicas aprobadas están encaminadas a reducir el déficit y a alcanzar cuanto antes el equilibrio en las cuentas públicas.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.19/2011, 10/10/2011

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Es de justicia aumentar los ingresos

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Detrás de los problemas financieros mundiales, hay que redefinir la democracia y el capitalismo.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n. 18/2011 el 25/9/2011

Giochi_in_borsa_ridDetrás de las crisis a veces se esconden cosas importantes, muchas de ellas invisibles a los ojos de quienes no saben ver más allá de las apariencias. Esta crisis económica, política y social esconde retos de gran relevancia para el futuro de Italia, de Europa y del capitalismo. 

Lo que está en juego, por debajo de los altibajos de las bolsas, es, antes que nada, el significado y el papel de la democracia en la era de la globalización. Esta crisis es, en efecto, es el primer infarto de la era de la globalización. Los mercados llevan un par de décadas razonando y moviéndose a escala mundial, con una geografía y unos tiempos diferentes a los de la democracia y la política.

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El escenario de la nueva economía financiera es el planeta y sus tiempos se miden en nanosegundos, mientras que el horizonte de la democracia son los estados-nación y sus tiempos son los de la política y la burocracia. La lógica de los gobiernos estatales sigue dependiendo de los partidos que compiten entre ellos con el fin de obtener el consenso a través del voto.

Esta crisis suscita una fuerte demanda de cambios, no sólo en la economía y las finanzas, sino también en la forma de ejercer la democracia, que debería actualizarse, entre otras cosas, para que los gobiernos de los países se emancipen de la intimidación de los distintos lobbies y estén en condiciones de tomar decisiones por el bien común, incluso más allá del consenso electoral inmediato.

Así pues, este desafío esconde la urgente necesidad de una nueva política y de una nueva etapa de la democracia que estén a la altura de los tiempos. Una nueva etapa que todavía no se ve aparecer, pero que probablemente traerá nuevas formas de democracia directa en los territorios (de los últimos referendums también deberíamos aprender algo) y una fuerte presencia de los nuevos instrumentos que ofrece la Red, que podrían garantizar tiempos más rápidos, nuevas formas de agregación política y sobre todo un nuevo protagonismo de los jóvenes y de sus lenguajes. La primavera árabe nos ha enseñado cosas muy importantes, como la complementariedad virtuosa entre la web y la plaza pública, entre las redes virtuales y las redes de compromiso político, entre el grito lanzado en un blog y el de un joven que muere en la calle. La democracia que salga de estas crisis deberá basarse en una fuerte complementariedad entre instrumentos tradicionales y nuevos de participación, con un papel decisivo de la Red.

El segundo desafío, profundamente relacionado con el primero, se refiere a la gran cuestión del sistema económico capitalista. La economía de mercado ha sido un extraordinario invento del humanismo civil y cristiano, que ha dado resultados increíbles para la calidad de vida de millones de personas, para los derechos humanos y para la democracia. En las últimas décadas esa economía centrada en los mercados reales (intercambios de bienes y servicios) y en las personas (empresarios, trabajadores, banqueros) ha sido progresivamente superada por las finanzas especulativas, ávidas e impersonales. Este capitalismo ultrafinanciero es demasiado frágil y voraz y ya no es capaz de cumplir las promesas de desarrollo y libertad que estaban en la base de la primera etapa de la economía de mercado.

Debajo de esta crisis se esconde la necesidad de relanzar un fuerte debate a todos los niveles, para hacer realidad una nueva etapa post-capitalista de la economía de mercado. No puedo dejar de ver en la Economía de Comunión, en red con muchas otras experiencias de economía solidaria y civil, una pequeña semilla de esta “novedad” que nacerá de estos dolores de parto. Pero esa novedad necesita sobre todo de “ciudadanos nuevos”. Esta etapa de la economía que estamos viviendo cada vez depende menos de las grandes decisiones de los gobiernos y más de las pequeñas decisiones de millones de ciudadanos. Si estos ciudadanos o al menos una minoría profética de ellos, son capaces de llevar un estilo de vida sobrio, de “votar con la cartera” premiando a las empresas civilmente innovadoras y responsables, de protestar juntos y con fuerza para pedir cambios a las instituciones y a las empresas, de no esperar a que sean otros quienes tomen las decisiones importantes, entonces esta crisis podrá ser la aurora de una era mejor que la que ahora está llegando a su ocaso.

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Detrás de los problemas financieros mundiales, hay que redefinir la democracia y el capitalismo.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n. 18/2011 el 25/9/2011

Giochi_in_borsa_ridDetrás de las crisis a veces se esconden cosas importantes, muchas de ellas invisibles a los ojos de quienes no saben ver más allá de las apariencias. Esta crisis económica, política y social esconde retos de gran relevancia para el futuro de Italia, de Europa y del capitalismo. 

Lo que está en juego, por debajo de los altibajos de las bolsas, es, antes que nada, el significado y el papel de la democracia en la era de la globalización. Esta crisis es, en efecto, es el primer infarto de la era de la globalización. Los mercados llevan un par de décadas razonando y moviéndose a escala mundial, con una geografía y unos tiempos diferentes a los de la democracia y la política.

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Bolsas y mercados: urgen ideas positivas

Bolsas y mercados: urgen ideas positivas

Detrás de los problemas financieros mundiales, hay que redefinir la democracia y el capitalismo. por Luigino Bruni publicado en Città Nuova n. 18/2011 el 25/9/2011 Detrás de las crisis a veces se esconden cosas importantes, muchas de ellas invisibles a los ojos de quienes no saben ver más allá de la...
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¿Cuál es el peligro de medirlo todo con métodos racionales? ¿Los números son objetivos? ¿Qué relación existe entre economía y política y entre economistas y políticos? Entrevistamos al economista Luigino Bruni

Por Chiara Andreola

publicado en: Cittanuova.it el 8/09/2011

Numeri_coloratiLa otra noche en televisión un importante director de una sociedad de estudios argumentaba en relación con las medidas económicas del gobierno, con la gran serenidad y sencillez que le daba el hecho de estar trabajando con números: “Esto es lo que hay que ingresar, así que, teniendo en cuenta que las matemáticas no son opinables, basta organizar las cosas de forma que se obtenga esa cifra. Elemental, querido Watson”.

Pero las cosas son un poco más complicadas, porque ni la política ni la economía son solo números. Hablamos de todo ello con Luigino Bruni, economista y profesor de la Universidad Bicocca de Milán.

Si la economía no son sólo números ¿dónde termina la economía y dónde empieza la política?

«Desde sus comienzos, en el siglo XVIII, a la ciencia económica se la llamó “economía política”, para distinguirla de la economía doméstica.

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La economía moderna nace con un vínculo muy estrecho con la política, como su instrumento privilegiado, ya que si no hubiera alguien que dijera cómo mejorar las condiciones materiales de la vida, el bien común y la felicidad pública (objetivos típicos de la política) serían algo abstracto y vago.

«Hoy no toda la economía tiene relación directa con la política, ya que muchos economistas se dedican a estudiar las empresas, las decisiones de compra y de ahorro, los bancos, las finanzas, etc., pero una rama importante (la economía “macro” o pública) sigue manteniendo una estrecha relación con la economía (entre paréntesis: la tradición italiana siempre se ha caracterizado por esa estrecha relación entre economía y decisiones públicas).

«El economista “político” debería facilitar argumentos, números y datos al político, para que éste pueda decidir en base a un cálculo racional de “coste-beneficio”. Así pues, los números son importantes por varios motivos. En primer lugar, porque sin asignar números a los costes e ingresos derivados de opciones alternativas, no se puede disponer de criterios racionales para decidir si es preferible construir el puente sobre el estrecho de Messina o potenciar la red de autopistas del Sur.

«Es evidente, por otra parte, que una buena democracia y unos buenos políticos saben que el elemento económico es coesencial junto con otros (éticos, sociales…). Además, en las últimas décadas, los economistas ya no asignan números solamente a los típicos costes y beneficios “económicos” (ingresos, impuestos, gastos…), sino también a otros bienes que no son de mercado pero sí son susceptibles de valoración económica, como el medio ambiente y las relaciones sociales.

«Pongamos un ejemplo: ¿cómo decide un político cuándo y cuánto aumentar los impuestos para construir un nuevo parque en la ciudad? Una base importante es la opinión de parte de la población con respecto al nuevo parque. Para poder estimar esas preferencias medioambientales se usa el método de la “disponibilidad a pagar”, medida en base a cuestionarios. Es cierto que esos cuestionarios no miden el “valor intrínseco” del aire limpio, pero añaden elementos a una decisión que siempre es compleja y multidimensional.

«Ahora bien ¿cuál es el peligro de “medirlo” todo mediante números (y en términos monetarios)? Que el político, ante la sencillez e inteligibilidad universal del canon numérico y monetario, olvide las otras dimensiones coesenciales de la decisión y tome los datos económicos como los únicos relevantes para decidir. Eso es lo que ocurre cuando se usan las frías y objetivas cifras para justificar que una medida es inevitable. Los números y los valores monetarios no dicen nada en términos de equidad y justicia, dimensiones que muy a menudo son más importantes para el bien común. Este es un error grave, casi más grave que hacer mal las cuentas y asignar números equivocados a los distintos elementos en juego; un error muy común en economía.

«El error más común es equivocarse en la tasa de descuento de flujos que duran en el tiempo ¿Qué significa esto? Imaginemos que tenemos que decidir si construimos una instalación de energía eólica o seguimos quemando petróleo para suministrar energía a una ciudad. El economista construye un plan de costes e ingresos de ambas alternativas, pero ¿cómo se calculan los costes futuros del petróleo dentro de 10 o 20 años? El economista indio  A. Sen sostiene que cuando tratemos de estimar flujos que tendrán efectos sobre las generaciones futuras, deberíamos utilizar una tasa de descuento negativa, es decir asignar más peso al futuro que al presente (lo contrario de lo que se hace habitualmente).

«Es evidente que la decisión de una tasa de descuento más o menos elevada, puede conducir a preferir una opción en lugar de otra; los números que se nos presentan como dato científico, en definitiva no son tan objetivos. Por no hablar de las cifras del PIB o de las estimaciones de ingresos procedentes de la lucha contra la evasión fiscal, donde el margen de error y de discrecionalidad son muy altos».

Muchas veces se habla de la necesidad de contar con la presencia de técnicos en el gobierno y otras veces se arremete contra los tecnócratas del BCE y se dice que la “ciencia” por sí sola no puede impulsar un país. ¿Cómo deben ser las relaciones entre los “técnicos” (por ejemplo los economistas) y los políticos? ¿Cómo colaborar?

«Aquí se abre un gran tema que tiene relación con la democracia en la era de la globalización y en particular con los burócratas europeos. Desde el punto de vista ético, antes que económico, tengo fuertes dudas sobre los costes de la burocracia europea. Hemos creado estructuras europeas que imitan a las de los estados nacionales, hipertróficas en términos burocráticos. Personalmente estoy convencido de que si redujéramos a la mitad el número de funcionarios y empleados europeos, la eficiencia de la Unión no saldría perdiendo sino ganando, de alguna forma como ocurre en Italia y en otros estados-nación.

«El técnico, no elegido por los ciudadanos, que, con números en la mano, impone normas a los países es un tema que, para abordarlo seriamente, requeriría una política más madura y europea. Los políticos nacionales en Europa toman las directivas del BCE (o de las bolsas) como guía de sus actos, no sólo por miedo a las sanciones, sino porque en un mundo en continua evolución, en el que todavía no se han desarrollado nuevas claves de lectura política y ética de la globalización, se siguen las líneas económicas porque son las únicas que hay o al menos las únicas comprensibles para ellos (y para el público).

«El gran economista Keynes decía en 1936 que los políticos " que se creen libres de toda influencia intelectual, con frecuencia son esclavos de algún economista difunto. Locos en el poder, que oyen voces en el aire y destilan su frenesí a partir de algún escribano académico de pocos años atrás".

«El político, cuando debe interpretar el mundo, tiene en la mente los instrumentos que ha aprendido en la universidad, que normalmente están varias décadas más atrasados que las dinámicas actuales. Así pues, hace falta más diálogo entre los políticos y los técnicos y entre los políticos y la gente. Y también más estudio, es decir seguir actualizando los conocimientos toda la vida. Nos va en ello la democracia en esta compleja y rápida era que estamos viviendo».

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Por Chiara Andreola

publicado en: Cittanuova.it el 8/09/2011

Numeri_coloratiLa otra noche en televisión un importante director de una sociedad de estudios argumentaba en relación con las medidas económicas del gobierno, con la gran serenidad y sencillez que le daba el hecho de estar trabajando con números: “Esto es lo que hay que ingresar, así que, teniendo en cuenta que las matemáticas no son opinables, basta organizar las cosas de forma que se obtenga esa cifra. Elemental, querido Watson”.

Pero las cosas son un poco más complicadas, porque ni la política ni la economía son solo números. Hablamos de todo ello con Luigino Bruni, economista y profesor de la Universidad Bicocca de Milán.

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Los números al poder

Los números al poder

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La democracia y el capitalismo ultra-financiero vuelven al candelero por la gran agitación global de estos últimos meses. Hace falta un nuevo tipo de ciudadano. Responsable y activo.

por Luigino Bruni

publicado en Cittanuova.it el 07/09/2011

Quotazioni_borsaLa crisis de estos tiempos esconde tras de sí algunas cosas importantes, tal vez demasiado importantes para que se hable de ellas en los grandes medios de comunicación. En primer lugar está en juego el significado y el papel de la democracia en la era de la globalización. Esta crisis, en efecto, es la primera gran crisis de la economía y de las finanzas en la era de la globalización. Los mercados llevan un par de décadas razonando y moviéndose a escala mundial y a gran velocidad. El escenario de la nueva economía financiera es el mundo, mientras que el horizonte de la política y de la democracia sigue siendo todavía el estado-nación (esta es, entre otras, una de las causas de la fragilidad de Europa). La lógica de los gobiernos estatales es aún la de la pre-globalización, donde los partidos compiten para obtener el consenso a través del voto.

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Para hacer frente a esta crisis, necesitaríamos, por una parte, unas respuestas políticas globales y rápidas de las que carecemos, y por la otra, que los gobiernos de cada país no se preocuparan tanto por la reelección como por actuar con valentía por el bien común, más allá del consenso inmediato. Pero con los actuales mecanismos de la política estas opciones tienen un coste muy alto y tanto en Grecia como en Italia, los gobiernos están empantanados por los vetos que se cruzan tanto en su seno como en los distintos componentes de la sociedad civil que defienden intereses contrapuestos. Las medidas no resultan eficaces porque para no perjudicar a nadie el peligro es perjudicar a todos. Lo contrario del bien común es el mal común. Este reto esconde la urgente necesidad de una nueva política y de una nueva época en la que la democracia esté a la altura de la globalización, algo que todavía ni asoma por el horizonte.
 
Tenemos además la gran cuestión del sistema económico capitalista. La economía de mercado fue una extraordinaria invención del humanismo civil y cristiano, que ha producido resultados inauditos para la calidad de vida de millones de personas, para los derechos humanos y para la democracia. En las últimas décadas, la economía centrada en los mercados reales (intercambio de bienes y servicios) y en las personas (empresarios, trabajadores, banqueros) se ha visto sobrepasada por las finanzas especulativas, virtuales e impersonales. Por cada transacción real (dinero por bienes) hoy se realizan decenas de operaciones financieras. Este capitalismo ultra-financiero es demasiado frágil y peligroso y ya no es capaz de mantener las promesas de desarrollo y de libertad que estaban en la base de la primera etapa de la economía de mercado. Así pues hace falta una nueva síntesis y nuevas instituciones, pero también – y aquí está el reto – nuevos ciudadanos. Todo esto también está detrás de las crisis de estos días. Si sabemos interpretar las señales que nos llegan de la historia podremos salir de estos tiempos difíciles siendo mejores, pero cada uno debe hacer con responsabilidad y seriedad su indispensable parte.

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La democracia y el capitalismo ultra-financiero vuelven al candelero por la gran agitación global de estos últimos meses. Hace falta un nuevo tipo de ciudadano. Responsable y activo.

por Luigino Bruni

publicado en Cittanuova.it el 07/09/2011

Quotazioni_borsaLa crisis de estos tiempos esconde tras de sí algunas cosas importantes, tal vez demasiado importantes para que se hable de ellas en los grandes medios de comunicación. En primer lugar está en juego el significado y el papel de la democracia en la era de la globalización. Esta crisis, en efecto, es la primera gran crisis de la economía y de las finanzas en la era de la globalización. Los mercados llevan un par de décadas razonando y moviéndose a escala mundial y a gran velocidad. El escenario de la nueva economía financiera es el mundo, mientras que el horizonte de la política y de la democracia sigue siendo todavía el estado-nación (esta es, entre otras, una de las causas de la fragilidad de Europa). La lógica de los gobiernos estatales es aún la de la pre-globalización, donde los partidos compiten para obtener el consenso a través del voto.

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¿Qué hay detrás de la crisis?

¿Qué hay detrás de la crisis?

La democracia y el capitalismo ultra-financiero vuelven al candelero por la gran agitación global de estos últimos meses. Hace falta un nuevo tipo de ciudadano. Responsable y activo. por Luigino Bruni publicado en Cittanuova.it el 07/09/2011 La crisis de estos tiempos esconde tras de sí algunas cosa...
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¿Qué es lo que desean de verdad los parados que protestan en Inglaterra, los estudiantes que se manifiestan en Chile y los jóvenes protagonistas de la “primavera” de Oriente Medio? Merece la pena hacer un esfuerzo por comprender lo que hay detrás de estas protestas.

por Luigino Bruni

publicado en cittànuova.it el 12/08/2011

Disordini_LondraA muchos nos ha impresionado y preocupado la visión en estos días de las plazas de Oriente Medio donde los jóvenes se han echado a la calle, dando la vida para pedir democracia y libertad, así como la de las plazas inglesas, donde los jóvenes rompían los escaparates para robar móviles y televisores de plasma, señales evidentes de que en Occidente serpentea un malestar profundo y serio.

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Pero la historia del siglo XX nos enseña que cuando los jóvenes se echan a la calle, sobre todo si lo hacen a miles, siempre hay que prestar mucha atención, incluso aunque lo hagan mal, destrozando y gritando, ya que detrás de una mala o incluso pésima respuesta puede haber preguntas importantes; como cuando un hijo adolescente grita y la emprende a puñetazos con los muebles de la casa, un padre inteligente sabe que detrás de ese lenguaje equivocado se esconden muchas veces cosas muy serias. Eso no quiere decir que los jóvenes siempre tengan razón, sino solamente que hay que entender lo que está ocurriendo en Inglaterra o también en Chile (donde los jóvenes piden una universidad que no sea solo para ricos) o, aunque a mayor distancia, en Oriente Medio.

Lo que está en juego es la gran “cuestión juvenil” mundial, muy evidente en el Occidente opulento, que por supuesto tiene que ver con la crisis y con los recortes, pero que es mucho más profunda, ya que remite a la injusta sociedad de mercado que estamos construyendo, sobre todo en los últimos años con el capitalismo turbo-financiero. Lo ha dicho con bastante claridad en varias entrevistas en sociólogo inglés Anthony Giddens, el teórico de la “tercera vía”, al recordarnos que detrás de estas destrucciones de los jóvenes ingleses hay también una reacción de quienes se sienten excluídos de los grandes lujos y consumos que aumentan descaradamente para el 5% más rico de la población.
 
En el mundo siempre ha habido ricos y pobres, pero hasta hace pocos años la cultura social y las religiones construían lazos sociales que funcionaban incluso aunque existiera cierta desigualdad. Las clases sociales estaban alejadas y no había una comunicación tan estrecha entre ellas, por lo que la envidia y la frustración podían gestionarse, al menos en los momentos normales. Hoy en cambio, la creciente desigualdad (recordemos que Inglaterra es uno de los países con una tasa más alta de desigualdad) no puede gestionarse con facilidad, porque mientras los medios de comunicación construyen aldeas globales y los estilos de vida y las aspiraciones son cada vez más uniformes, el poder de compra y las oportunidades son muy distintos.
 
Sobre todo, los jóvenes perciben, aunque sólo sea por las enormes deudas públicas que cargamos sobre sus espaldas y por el gran paro juvenil, que la movilidad social está disminuyendo y que su futuro puede que sea peor que el de sus padres. El peligro es que este malestar se haga global y difícilmente gobernable, salvo que demos vida inmediatamente a nuevos pactos entre generaciones, a un sistema económico más igualitario y fraterno, a “medida de los jóvenes”, que no son el futuro (como muchas veces se dice en tono paternalista) sino una forma distinta de vivir e interpretar el presente.
 
Si hubiéramos escuchado, además de las malas respuestas, las protestas y peticiones de los jóvenes en 2001 (en julio de 2001 en Génova), que pedían una globalización solidaria y el control de la especulación financiera (la “Tobin Tax”), tal vez hoy no conoceríamos esta crisis generada en buena parte por una década de distracción de los temas que os jóvenes habían identificado y gritado con fuerza.
 
Escuchemos a los jóvenes, escuchémosles siempre y hagamos que se sientan protagonistas de las decisiones de hoy y no sólo de las inciertas y vagas del mañana.

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por Luigino Bruni

publicado en cittànuova.it el 12/08/2011

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Siempre hay que escuchar a los jóvenes

Siempre hay que escuchar a los jóvenes

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La estructura tradicional de las sociedades occidentales hasta hace pocas décadas se basaba en una regla de reciprocidad: los adultos asistían a los padres y cuando envejecían, eran cuidados por sus hijos.

por Luigino Bruni

publicado en Citta Nuova N.15  el 10/08/2011   

AnzianiSe está consumando una gran injusticia de masa en relación con los ancianos. La estructura tradicional de las sociedades occidentales hasta hace pocas décadas se basaba en una regla de reciprocidad: los adultos asistían a los padres y cuando envejecían, eran cuidados por sus hijos (que a su vez habían sido cuidados por los padres durante su infancia y juventud). El balance entre “dar” y “recibir” cuidados se cerraba en equilibrio. Todo ello tenía además su representación política y social en el sistema de pensiones, donde la pensión que recibía un anciano no era lo que había ahorrado de joven, sino una especie de restitución agradecida de los jóvenes hacia ellos.

Hoy asistimos a un hecho inédito. Existe una generación que terminará su vida con un fuerte “crédito” de cuidados, pues después de haber cuidado a los padres, no recibe ni recibirá cuidados por parte de los hijos o, en todo caso, recibirá muchos menos por término medio.

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Tampoco puede esperar recibirlos del Estado, ya que el estado social que estamos construyendo es una reproducción fotográfica de esta nueva cultura. Es de desear que dentro de algunas décadas las sociedades encuentren un nuevo pacto social y un nuevo equilibrio, pero hoy asistimos inertes al hecho de que una generación que da dado sus mejores años para cuidar a los hijos y a los ancianos morirá sola.

La sensación de injusticia es aún mayor si pensamos que dentro de esta generación las más penalizadas son las mujeres, pues en décadas pasadas ellas tenían el monopolio del socorro en la fragilidad, sacrificando muchas veces su carrera profesional y su educación.

¿Qué podemos hacer? Por una parte la sociedad civil con sus “carismas” tiene hoy una gran responsabilidad para hacer que los últimos años de vida sean sostenibles y felices, con más innovación y creatividad. Por otra parte, los hijos adultos de hoy no deberíamos olvidar demasiado pronto el cuidado que hemos recibido (y el que hemos visto dar a nuestros abuelos) y deberíamos buscar soluciones más justas y con un mayor reconocimiento de la dificultad que entraña gestionar la edad otoñal de nuestros padres y mañana de nosotros mismos.

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La estructura tradicional de las sociedades occidentales hasta hace pocas décadas se basaba en una regla de reciprocidad: los adultos asistían a los padres y cuando envejecían, eran cuidados por sus hijos.

por Luigino Bruni

publicado en Citta Nuova N.15  el 10/08/2011   

AnzianiSe está consumando una gran injusticia de masa en relación con los ancianos. La estructura tradicional de las sociedades occidentales hasta hace pocas décadas se basaba en una regla de reciprocidad: los adultos asistían a los padres y cuando envejecían, eran cuidados por sus hijos (que a su vez habían sido cuidados por los padres durante su infancia y juventud). El balance entre “dar” y “recibir” cuidados se cerraba en equilibrio. Todo ello tenía además su representación política y social en el sistema de pensiones, donde la pensión que recibía un anciano no era lo que había ahorrado de joven, sino una especie de restitución agradecida de los jóvenes hacia ellos.

Hoy asistimos a un hecho inédito. Existe una generación que terminará su vida con un fuerte “crédito” de cuidados, pues después de haber cuidado a los padres, no recibe ni recibirá cuidados por parte de los hijos o, en todo caso, recibirá muchos menos por término medio.

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Remediar la injusticia

Remediar la injusticia

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En estos últimos años, de vez en cuando vuelve a la palestra el debate sobre los límites del mercado.

por Luigino Bruni

publicado en Citta Nuova N.13-14 del 10/07/2011

Mercato_organiEn los últimos años, cada poco vuelve a salir a la palestra el debate sobre los límites del mercado. Volvemos a preguntarnos si es justo, oportuno y posible crear mercados oficiales y transparentes para el tráfico de órganos, legalizar la maternidad de alquiler, legalizar la prostitución, etc. Estos temas son causa de rechazo e indignación para muchos. Pero para otros, como para algunos estados de Norteamérica, la creación de estos nuevos mercados sería o bien fruto de la evolución de nuestros valores y costumbres o bien la consecuencia de sacar a la luz unos mercados que ya existen de forma ilegal.

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Los promotores de estos nuevos mercados sostienen que, puesto que existe de hecho una demanda de órganos, niños, etc. si los estados y el sistema legal no se organizan para gestionarlos con reglas y garantías, lo que se produce inevitablemente es la explotación de los más pobres. Al encontrarse en condiciones extremas, éstos venden órganos y niños en condiciones mucho más desfavorables que las que obtendrían en un mercado regulado. En otras palabras, ante condiciones de vida y circunstancias trágicas, si existiera un hipotético mercado legal para la maternidad de alquiler, una familia que no consiga alimentar ni educar dignamente a sus cinco hijos, podría engendrar un niño para otra familia, efectuando esta transacción con normas y garantías públicas, y destinar la cantidad recibida a alimentar y dar estudios a los 5 hijos restantes.

Pero la solución se encuentra en otro plano. Ante el hecho de que muchas personas y familias en el mundo tienen que enfrentarse a decisiones trágicas, no debemos caer en la tentación de recurrir a la opción más fácil, aunque se nos presente con un aspecto casi humanitario (comerciar con el cuerpo humano y con las personas). Estas trágicas situaciones deben impulsar a los individuos, a la sociedad civil y a los gobiernos a resolver las situaciones gravemente injustas que llevan a las personas a tomar tales decisiones. Como personas y como instituciones, no debemos quedarnos tranquilos mientras haya una mujer en el mundo que para alimentar a sus hijos tenga que vender a uno de ellos o mientras haya un hombre obligado a vender un riñón para poder comer él o su familia. No veo otra solución.

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Nuevos mercados que nacen ya viejos

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