Produzco si soy persona

Produzco si soy persona

Uno de los grandes pilares de la economía de mercado, en particular del mercado de trabajo, es la idea de que la empresa no compra personas sino horas de trabajo.

por Luigino Bruni

publicado en Città Nuova n.10/2011 del 25/05/2011

Giovane_che_riflette

Uno de los grandes pilares de la economía de mercado, en particular del mercado de trabajo, es la idea de que la empresa no compra personas sino horas de trabajo. Por eso el “mercado” de trabajo siempre se ha considerado especial. Por una parte, el trabajo no es una mercancía pero, por otra, la prestación de trabajo está sujeta a la ley de la oferta y la demanda. De ahí la importancia que se le ha atribuido en todos los países a la mediación social (sindicatos) y política en este mercado.

En los últimos tiempos, sin embargo, estamos asistiendo a un importante cambio. En realidad las empresas no compran sólo horas de trabajo sino que intentan comprar (y muchas veces lo consiguen) a la persona entera, sobre todo a los jóvenes, con argumentos del siguiente tipo: «Te pago mucho, te prometo una carrera brillante, pero sin horarios, sin limitaciones».

Este cambio depende también de una transformación más profunda de nuestra sociedad y de nuestra economía: la toma de conciencia de que si un trabajador no pone toda su pasión, creatividad e inteligencia en la prestación de trabajo, las empresas de hoy no tienen futuro. Por eso se cree que pagando mucho es posible comprar a la persona, corazón, mente y pasión incluídos. Pero en esta operación se esconde una termita, un virus de nuestro sistema capitalista: la ilusión de que cuando haya desparecido la frontera entre trabajo y vida (porque el trabajo se convierta en la vida), las personas pueda seguir creciendo y madurando en el tiempo.

En realidad, las cualidades más importantes de una persona se alimentan y crecen principalmente fuera de la emrpesa. Si la empresa, comprándome, me quita la posibilidad de cultivar estas dimensiones extralaborales, lo que está haciendo en la práctica es secar el pozo del que extraigo energía, pasión y corazón, y después de algunos años puedo encontrarme totalmente vacío, inútil para la propia empresa y muchas veces inmerso en una ruina familiar y relacional. Por eso, si una empresa quiere y debe buscar lo mejor que el trabajador puede dar, debe hacer que la vida siempre esté por encima del trabajo, es decir debe proteger los espacios de gratuidad extralaborales.


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