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Luigino Bruni
Publicado en SanFrancesco el 10/05/2018
A veces se interpreta el avance de la economía circular como una alternativa al capitalismo. En realidad, salir del capitalismo no es nada fácil. Para ello primero habría que identificar al menos la existencia de una “demanda” para salir y después habría que ponerse de acuerdo sobre de qué debemos salir. La palabra capitalismo se ha convertido en una expresión que abarca tantas cosas que, una vez fuera de él no queda claro a qué lugares se puede uno dirigir.
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Así pues, no debe sorprender que las personas que apoyan la economía circular no hablen de salir del capitalismo sino de reformar algunos aspectos del modelo actual de economía y de sociedad. Surgen dudas acerca de ideas poco claras cuando en la web encontramos afirmaciones sobre la economía circular como esta: “Para convertirse en un modelo viable y dominante, la economía circular debería naturalmente garantizar a los distintos sujetos económicos una rentabilidad al menos igual a la actual: no es suficiente que sea “buena”, debe ser también conveniente”.
La “rentabilidad actual” es fruto de una economía no-circular y a menudo predatoria, que ha crecido demasiado y no es sostenible. Pensar que un cambio de paradigma en el sentido circular va a garantizar la misma “rentabilidad” es simplemente ingenuo, si se dice de buena fe. Pero eso significa que cuando apelamos a un cambio de paradigma no siempre somos conscientes de los costes que ese cambio conlleva: nos gustan las preguntas pero no siempre las respuestas a esas preguntas. Muchos teóricos de esta idea la anuncian recorriendo el mundo en avión, sabiendo que una verdadera economía circular no sería sostenible con el actual tráfico aéreo (y terrestre). Muchos usan teléfonos móviles, automóviles, zapatos y pantalones vaqueros que no son compatibles con la implementación de sus ideales.
No está nada claro cuáles son los temas cruciales de la economía circular, porque la expresión se ha convertido en una especie de paraguas cultural que cubre a una amplia familia de fenómenos, nacidos de visiones muy distintas y con antropologías y humanismos distintos. En el eslogan se reconocen muchos activistas del decrecimiento, de la economía verde, de la agricultura biológica y sostenible, teóricos de la bioeconomía y de la economía compartida. Incluso algunas empresas multinacionales (como Coca Cola) han declarado que quieren adoptar el paradigma de la economía circular.
Poner en el mismo saco a Serge Latouche, Carlo Petrini, Coca Cola, Uber y al papa Francisco no es nada sencillo. Sigamos la economía circular con benevolencia, porque introduce novedades importantes, pero ejercitemos también un pensamiento crítico para no vaciarla de significado y hacer que le resulte simpática a demasiadas personas.
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Publicado en SanFrancesco el 10/05/2018
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“La Iglesia se ha convertido posiblemente en la única agencia que sigue hablando del bien común y de los últimos”. Con estas palabras describe el economista Luigino Bruni a SIR el trabajo que se está realizando desde esta mañana en la casa Pio IV del Vaticano para ver “cómo cambian las relaciones entre mercado, estado y sociedad civil”. Se trata de un congreso internacional promovido por la
La Economía de Comunión (EdC) fue iniciada por Chiara Lubich hace veinticinco años, en mayo de 1991, al comienzo de los grandes cambios que hoy vemos en (casi) todo su desarrollo. Estábamos en el día siguiente de la caída del muro de Berlín, pocos días después de la publicación de la encíclica Centesimus annus (1 de mayo), donde Juan Pablo II, bajo el impulso del Espíritu Santo y del espíritu del tiempo, expresaba una valoración nueva y positiva de la empresa y del libre mercado.
En realidad, siempre han tenido un pie fuera, empezando por la moneda, la conducción por la izquierda e incluso el sistema métrico. Representan la quintaesencia de la antítesis: fueron los primeros en dar el voto a las mujeres, los primeros en llevar minifalda, los primeros en tener una red de alcantarillado, pero no hay nadie tan conservador como ellos. Mantienen sólidos vínculos con el ex imperio a través de la Commonwealth, una monarquía bien asentada en el trono, y organizan paradas militares y salvas de cañón cada tanto. La pregunta es: ¿se han sentido europeos alguna vez?
En el humanismo bíblico, cada jubileo es un jubileo de la misericordia. Pero sobre todo se trata de una misericordia social, política y económica. En el jubileo hebreo, era fundamental liberar a los esclavos que habían caído en esa situación por las deudas. Si queremos que este jubileo no se quede en un asunto privado e íntimo de cada cristiano, debemos aprovechar esta gran oportunidad que nos proporciona el Papa Francisco para poner en marcha grandes iniciativas de perdón y misericordia económica, bancaria y cívica. Por ejemplo, preguntándonos acerca de las finanzas, las deudas y los esclavos de nuestro tiempo, que han sido reducidos a la esclavitud por un sistema equivocado.
En una pequeña iglesia baptista de Montgomery, Alabama, escuché el sermón más extraordinario de toda mi vida. El tema era el libro del Éxodo y la lucha política de los negros del Sur. Desde el púlpito, el predicador imitó con gestos la salida de Egipto y expuso las semejanzas con el presente; se dobló bajo el látigo, retó al Faraón, dudó tembloroso ante el mar, y aceptó la alianza y la ley al pie de la montaña.
"Y esta sangre huele como el día en que un hermano dijo al otro: «Vamos al campo»."
Estos comienzos del siglo XXI serán recordados, entre otras cosas, por el final del capitalismo, que caracterizó a buena parte del siglo XX. El capitalismo se ha convertido en el ambiente donde vivimos y nos movemos. Estamos tan inmersos en él que hemos perdido la capacidad cultural de verlo desde fuera para analizarlo, criticarlo y dirigirle las preguntas fundamentales sobre la equidad, la justicia y la verdad.
colares, lanzó a principios de los años 90 en Brasil el proyecto Economía de Comunión (EdC), pidiendo a los empresarios que se ocuparan directamente de la pobreza que había a su alrededor. Veintitrés años después, más de un millar de empresas de muchos países del mundo y cientos de miles de ciudadanos forman parte de esta realidad de la EdC, que lleva a cabo muchos proyectos de desarrollo y apoya el estudio de los jóvenes. Todas estas personas se comprometen, de distintas formas, a vivir y contar una economía distinta, centrada en los principios de reciprocidad, gratuidad y justicia. La experiencia y las ideas de la Economía de Comunión están también en la base de lo que se conoce como “economía civil”, un archipiélago de ideas y prácticas cada vez más extendido, no sólo en Italia.
El Movimiento nace como una gran corriente de amor evangélico, como una vuelta a la palabra vivida por los laicos y las mujeres (al principio todas eran muchachas jóvenes), como un anticipo de la espiritualidad del Vaticano II. El evangelio se puede vivir y no sólo meditar.
ra Lubich. Pero la dinámica carisma/institución supera la mera dimensión religiosa. También la vida civil es un juego, una dialéctica, entre instituciones y carismas. Los carismas innovan y las instituciones siguen y universalizan las innovaciones. Ciertamente seríamos civilmente mucho más pobres sin las innovaciones humanas y sociales de muchos cooperadores, de Gandhi, de Martin Luther King, de Doroty Day, de Don Oreste Benzi. Los carismas son los que desplazan hacia delante los "límites de la humanidad", porque ven antes que las instituciones y de forma distinta. También el Movimiento de los Focolares está innovando hoy en ámbitos decisivos de la humanidad, dentro y fuera de las fronteras de las iglesias y las religiones. Chiara hizo de mediadora en los contactos entre Pablo VI y el patriarca ortodoxo Atenágoras, habló en la mezquita de MalcomX en New York, fue proclamada Mafua (reina) por el pueblo Bangua en Camerún. Y lanzó la Economía de Comunión e impulsó la Economía Civil.
Regreso de una escuela de verano sobre Economía de Comunión en París y mientras sobrevuelo los cielos de Europa, pienso en nuestro capitalismo. Quizás porque en Francia hace nada que han cambiado al ministro de economía, quizás porque acabo de despedirme de cincuenta jóvenes atraídos por una economía más fraterna y participativa, o bien porque el corazón piensa en otros funestos aviones que vuelan sobre tantas tierras martirizadas por las guerras, de todos modos no puedo dejar de pensar en nuestra economía de mercado, en nuestras crisis, y en los muchos africanos y marroquíes que he visto por las calles parisinas y por sus periferias existenciales, económicas y culturales.
demasiado a disgusto en este vuelo mientras evoco con un poco de nostalgia a los jóvenes de distintos países del mundo que acabo de dejar.
ROMA – En 4 meses han participado 32 ciudades italianas y miles de personas, individualmente y a través de asociaciones. La campaña “Slot Mob” se extiende cada día por nuevos lugares y llama a los ciudadanos al “juego bueno contra la pobreza y la dependencia de los juegos de azar”. Una avalancha que no parece que vaya a terminar. Todo lo contrario. El pasado fin de semana hubo 6 citas SlotMob de norte a sur, pasando por el centro de Italia y por las islas. Y esta mañana, ahora mismo, en Salerno muchas personas se han reunido en un bar-heladería que ha renunciado a las tragaperras, llamando la atención de los viandantes e invitándoles a participar en “juegos relacionales” en lugar de juegos de azar. Aunque de mucho juego, el SlotMob no es un juego, dicen sus promotores, sino un verdadero instrumento de ciudadanía activa, sobre todo en su preparación, así como una forma de formar cultural y políticamente a una ciudad.