A.A.A. Se busca un nuevo Concilio

A.A.A. Se busca un nuevo Concilio

En un momento en que el capitalismo está mostrando su insuficiencia para salvar el planeta y a los pobres, el pontificado de Francisco plantea importantes retos para la vida económica y financiera.

Luigino Bruni

Original italiano publicado en Il Messaggero di Sant'Antonio el 24/06/2021.

El 25 de enero de 1959, el papa Juan XXIII, apenas tres meses después de su elección, convocó el Concilio ecuménico Vaticano II. Italia se encontraba en pleno boom económico, los movimientos juveniles del 68 aún estaban lejos y los Beatles ni siquiera se habían juntado. Aquel anciano papa fue capaz de soñar una Iglesia y un mundo que aún no existían. Juan XXIII y con él la Iglesia (buena parte de ella) fue capaz de leer los signos de los tiempos antes de que el tiempo cambiara. Vio, leyó y dio voz a las señales débiles de su tiempo. Y después actuó, convocando un Concilio que cambió la Iglesia antes de que lo hiciera la sociedad civil, saliendo al encuentro del Espíritu en el momento/kairos oportuno. 

La enorme dimensión epocal de aquel Concilio dependió, entre otras cosas, de su capacidad para anticipar los tiempos. La Iglesia católica, considerada un icono de la lentitud de los procesos de cambio cultural, fue más rápida que la sociedad civil. Comprendió antes que ella las demandas de participación, de comunidad, de protagonismo del pueblo, de superación de ciertas estructuras jerárquicas inadecuadas, de recuperación de la centralidad de la Escritura, y de más espacio y escucha para las personas.

Hoy el papa Francisco se encuentra en una condición, subjetiva y objetiva, parecida a la de Juan XXIII. Con la Laudato si’ y la Fratelli tutti ha puesto en el centro la dimensión económica y ecológica. Y en un momento en que el capitalismo está mostrando su insuficiencia para salvar el planeta y a los pobres, el pontificado de Francisco plantea importantes retos para la vida económica y financiera.

Si el papa Francisco quisiera, como gran herencia suya, convocar un Concilio Vaticano III – creo que sería muy útil y necesario – muy probablemente lo centraría en la economía y en la ecología. Las señales de que la economía que ha regido el mundo durante los últimos dos siglos no es adecuada para los nuevos desafíos ambientales y sociales comienzan a ser muy fuertes. El papa Francisco es la única autoridad ética mundial que está desarrollando una reflexión profunda y sistemática sobre la crisis del capitalismo y sobre su destino, y para comprenderlo basta interpretar el movimiento de jóvenes economistas y empresarios lanzado por él: The economy of Francesco (francescoeconomy.org).

Ahora el reto consiste en que su acción y su pensamiento se conviertan en la acción y el pensamiento de la Iglesia entera. El concilio ecuménico es el instrumento adecuado para este paso de la profecía individual de un pontífice a la profecía eclesial colectiva. Ciertamente sería un acontecimiento distinto al de Juan XXIII (y Pablo VI), porque hoy involucrar a todos los obispos del mundo (que han crecido mucho en número) exige  instrumentos distintos. Y sobre todo porque, después del Vaticano II, un nuevo concilio ecuménico no podría ser un asunto exclusivamente de obispos sin incluir seriamente la participación de los laicos. Tampoco podría ser una cosa solo de hombres, sin incluir seriamente la participación de las mujeres. Ni una cosa solo de adultos, sin incluir seriamente la participación de los jóvenes, Ni tampoco una cosa solo de católicos, sin incluir a las demás Iglesias y religiones y a los ateos de buena voluntad.

La Iglesia de Francisco dispone hoy de los recursos necesarios para preparar el cambio a una nueva época, la del «capitalismo» después del capitalismo. Porque una nueva cultura y una nueva praxis económica no tienen necesidad solo de nuevas técnicas, leyes y teorías, sino de un nuevo espíritu que no se aprende en las escuelas de negocios ni en las universidades. El espíritu nace del alma de las personas y de los pueblos. Francisco lo sabe bien, y su Iglesia puede dárselo a todos.

Credits Foto: © Giuliano Dinon / Archivio MSA


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