La parte que nos toca

La parte que nos toca

Editorial - Economía y sociedad, es hora de cambiar

Luigino Bruni

Publicado en Avvenire el 18/5/2018

Borsa Valori rid«Las cuestiones económicas y financieras, nunca como hoy, atraen nuestra atención, debido a la creciente influencia de los mercados sobre el bienestar material de la mayor parte de la humanidad». Así comienza el documento  ”Oeconomicae et pecuniariae quaestiones – Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero”'. La economía y las finanzas siempre han sido decisivas para la vida de las personas. La riqueza y la pobreza, el ahorro, los bancos y el trabajo han sido en todas las épocas el marco dentro del cual acontecían muchas de las cosas más importantes de la vida.

¿Por qué, entonces, la Iglesia siente ahora que «nunca como hoy» la economía y las finanzas son importantes y decisivas para el bienestar humano? Porque la política está cada vez más ausente de la vida económica y financiera, y está dejando en manos de las empresas y los bancos el gobierno de nuestras sociedades globalizadas. Hay mucha economía, demasiada, en el paisaje de nuestro mundo. La lógica empresarial se está convirtiendo en la lógica de toda la vida social de los pueblos. Es importante que este documento sobre economía y finanzas haya sido emitido conjuntamente por la Congregación para la doctrina de la fe y por el Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral. Es una expresión de que la economía y las finanzas tienen que ver directamente con la realización y la actualización de la fe cristiana, y que las empresas y los bancos también son asuntos teológicos. Expresa que una vida individual y colectiva vivida con fidelidad al Evangelio hoy no puede prescindir de la fe, y la fe no puede prescindir de la economía y las finanzas, que son lugares espirituales y teológicos.

Son muchos los puntos del texto que merecen un análisis profundo. En primer lugar, es importante que el documento hable de las finanzas y haga advertencias sobre este sector concreto, cuando hoy muchos hablan de la crisis financiera como si fuera algo del pasado. En realidad, diez años después del estallido de la crisis, todo parece seguir como antes del 2007. Los productos financieros son cada vez más innovadores y “creativos”, las normas que regulan el sector siguen siendo (casi) las mismas, y sobre todo los comportamientos de los ahorradores siguen estando demasiado orientados a la maximización de las rentas financieras. Es significativo el énfasis que el documento pone en la responsabilidad cívica y social de los ciudadanos consumidores y ahorradores.

Durante demasiado tiempo hemos dicho y pensado que los responsables de la crisis financiera eran las instituciones y los bancos, olvidando la otra cara de la verdad: que si ha habido una oferta de finanzas altamente especulativas y sin prejuicios es porque al otro lado ha habido una demanda de este tipo de productos que, en gran medida, procede de las familias, de nosotros.

No entraremos en una nueva fase económica y financiera sin una nueva cultura individual, que empiece a ver de una forma más crítica, y tal vez un poco profética, las decisiones financieras y económicas cotidianas. Se trata de una invitación a la sociedad civil a prestar atención a las finanzas y a la economía, que son demasiado importantes como para dejarlas en manos de los expertos. Nos hemos distraído demasiado, y en esta distracción han ocurrido cosas feas, a veces muy feas, sobre todo para los más pobres y para los descartados. Además, nos llama a ocuparnos de la casa y de sus reglas – oikos nomos: economía –, a estar más presentes dentro de los procesos de los mercados, a habitar más los lugares económicos, porque en los lugares abandonados y desiertos se esconden bandidos y fieras.

La crítica a las finanzas nace de una lectura profunda de su patología antigua y nueva: las rentas: «Lo que había sido tristemente vaticinado hace más de un siglo, por desgracia, ahora se ha hecho realidad: las rentas del capital acecha de cerca y amenaza con suplantar la renta del trabajo, confinado a menudo al margen de los principales intereses del sistema económico» (nº15). El dominio de las rentas financieras es la neurosis de las finanzas. La Biblia y el Medievo lo sabían bien, cuando condenaban el préstamo con interés y la usura, porque era expresión del dominio de las rentas: alguien detentaba un poder – el dinero – y esta condición de dominio le permitía percibir rentas sin trabajar. El conflicto principal de nuestro tiempo ya no está entre el capital y el trabajo, más típico de los siglos XIX y XX, sino entre rentas y trabajo: las rentas financieras aplastan hacia abajo los beneficios y los salarios.

La crítica, que es una constante del documento, en todo caso va precedida y acompañada por una mirada positiva acerca de la vida económica: «Toda realidad y actividad humana (…) es positiva. Esto se aplica a todas las instituciones que genera la dimensión social humana y también a los mercados, a todos los niveles, incluyendo los financieros » (nº 8). La economía y las finanzas siguen siendo algo bueno, realidades imperfectas y mejorables, pero esenciales para concebir y realizar una sociedad buena. A partir de esta mirada buena debemos empezar de nuevo a esperar, a vigilar, a actuar.


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