Bruni: «Si los impuestos son injustos, los italianos no los pagan: los evaden»

Entrevista con el profesor de economía política de la Universidad Bicocca de Milán, Luigino Bruni: «No se puede separar la eficiencia de la equidad». Sobre la polémica Iglesia-Impuesto de Bienes Inmuebles: «Si maleamos las relaciones entre laicos y católicos no saldremos de la crisis»

por Carlo Candiani

publicado en tempi.it el 09/12/2011

Logo_Tempi_it«Uno de los datos de esta nueva Italia globalizada es que ya no es posible separar eficiencia y equidad, como si fueran dos polos alternativos. En tiempos de crisis, para ser eficientes, las normas deben ser también éticas» explica a Radio Tempi  Luigino Bruni, profesor de economía política de la Universidad Bicocca de Milán. «Cuando este gobierno se presentó como un ejecutivo técnico y no político al presentar las medidas económicas, nos dimos cuenta de que cualquier nueva norma debe ser ética por naturaleza, ya se trate de aumentar el IVA como de tocar el patrimonio».

Escucha la entrevista completa (en italiano).

¿Pero el concepto "ética" no es demasiado vago?

«Ética, efectivamente, es una palabra gastada, de la que se ha abusado. ¿De qué ética hablamos? ¿De la de los hedge funds o de la acogida a los inmigrantes? ¿De la utilitarista, de la kantiana, de la masónica o de la católica? Yo hablo de ética en su acepción primitiva. Pongo un ejemplo: si por eficiencia amasamos una gran tarta y después decidimos cuántos trozos dar a los pobres y cuántos a los ricos pero no incluimos a los que se quedan sin nada, ya desde el principio los trozos serán más pequeños e incluso resultarán indigestos, injustos».

¿Las medidas adoptadas por Monti han conseguido unir eficiencia y equidad?

«Estas medidas reflejan los vetos que se han cruzado los partidos de derechas y de izquierdas, a los cuales el gobierno de Monti está sometido. No se puede tocar demasiado el patrimonio, ni las pensiones, porque los sindicatos y la izquierda hacen una enorme presión, ni el IRPF, ni las frecuencias de televisión, ni los grandes sueldos de los directivos públicos, ni los antiguos privilegios que deberían quedar desterrados. Pero esto no es un problema sólo de Italia. Se da en todas partes».

¿Entonces?

«Las democracias, tal y como han sido concebidas, en la era de la globalización resultan inadecuadas y lentas para tomar medidas incisivas. Esto es lo que está ocurriendo estos días en Europa. O se reduce la velocidad de los mercados o se cambia la democracia. El fracaso de la cumbre de la UE, más allá del optimismo de Draghi, es expresión precisamente de eso: democracias lentas y mercados on-line en tiempo real. La política no puede seguir intervenida por las finanzas mucho más tiempo: o ganan las finanzas y entonces los gobiernos cada vez serán más técnicos y los parlamentos menos importantes, o la política consigue poner reglas serias a las finanzas para reducir su velocidad y el peso que han adquirido durante los últimos 30 años. Necesitamos unas finanzas nuevas y una política nueva».

En sus últimos editoriales en Avvenire, habla de la neuro-economía, que estudia la buena o mala recepción de las medidas por parte de la gente, hasta el punto de anular su eficacia. ¿Puede explicar mejor qué es eso?

«Supongamos  los sujetos A y B. Al sujeto  "A" le damos 100 euros y le pedimos que le de una parte al sujeto "B". Si este último acepta, se reparten el dinero, pero si no acepta ambos se quedan sin nada. Según la teoría económica normal, el movimiento racional de "A" consiste en darle un euro a "B", quien debería aceptarlo aunque sea poco, porque eso es mejor que nada».

¿Qué se pretende demostrar?

«Que la gente prefiere causarse un perjuicio y quedarse sin nada con tal de castigar un comportamiento que considera injusto. Es decir, mejor 0 que 20, si el otro se lleva 80».

¿Y qué tiene esto que ver con las medidas de Monti?

«Ya lo creo que tiene que ver. Si yo percibo un aumento del IVA como injusto, prefiero no pagarlo, no emitir factura, arriesgarme a que me pongan una multa y pagarla si me pillan. Cualquier cosa antes que pagar; prefiero causarme un perjuicio antes de aceptar una oferta que considero injusta. El mensaje es el siguiente: la equidad es fundamental si queremos que la gente no eluda las normas y las respete».

¿Este es el peligro que acecha a las medidas, tal y como han sido concebidas y comunicadas?

«El peligro es menor de lo que parecía al principio. La comunicación ha sido buena. El llanto no intencionado de la ministra Fornero, un acto de vulnerabilidad pública, ha sido el acto de comunicación más eficaz del gobierno, que ha demostrado que tiene una participación emotiva en las decisiones económicas. Si se mantiene la imagen de un grupo de personas serias y se cierra el paso a las maldades y a las peleas, como por ejemplo, la polémica sobre el IBI y la Iglesia católica, una especie de guerra entre pobres; si se mantiene la reputación junto al miedo de caer en el abismo de Grecia, entonces las medidas se aceptarán. En caso contrario, como ya ha ocurrido otras veces, las normas se eludirán».

¿Por qué la guerra que afecta a la Iglesia y al IBI es una guerra entre pobres?

«He escrito al director de La Repubblica, Ezio Mauro, preguntándole si de verdad cree que el problema de estas medidas está en el oratorio que no paga el IBI o en el bar de la parroquia que no paga IVA. Esta es una parte sana del país con la que es conveniente aliarse. Esta polémica no tiene ningún sentido, porque así se hace el juego a los "poderes fuertes", que se llevan su patrimonio a los paraísos fiscales y a los que habría que prestar mayor atención. No digo que no haya un problema del IBI en relación con el Vaticano, pero eso no es el centro del debate político actual. Si se convierte en el centro del debate y no lo digo porque busque su bien, maleamos las relaciones entre laicos (de derechas y de izquierdas) y católicos, dos almas que, cuando van unidas, como ha ocurrido en otros momentos delicados de nuestra historia, pueden sacar a Italia de la crisis. En caso contrario correríamos el riesgo de hacer como los capones de Renzo en "Los Novios", que mientras se los llevaban a Azzeccagarbugli para que se los comiera en la mesa, iban peleando».


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