Dependencias a las que oponerse

Dependencias a las que oponerse

Entrevista con el economista Luigino Bruni sobre los juego de azar y las apuestas.  La propuesta: intervenir en todos los frentes, partiendo de la gente, para ayudar a las personas más frágiles

por Paolo Maina

publicado en Cittanuova.it el 17/05/2012

Slot_machinePocas ganancias, pero pregonadas a los cuatro vientos, y muchas pérdidas, siempre ocultadas. La fiebre del juego crece en Italia y las instituciones no hacen nada por remediarlo. Entonces ¿cómo se puede ayudar a quien no puede dejar de tentar a la suerte? Durante la manifestación internacional “Juntos por Europa”, en un congreso sobre la economía y el don, el profesor Luigino Bruni volvió a lanzar una propuesta que ya había formulado en otras ocasiones, sobre la necesidad de prohibir la publicidad de los juegos de azar y de revisar los criterios de expedición de licencias y concesiones en materia de juegos y apuestas.

Hemos querido profundizar en el tema.

Profesor Bruni:  ¿Por qué un economista pone el acento en este tema?

«Existen vínculos evidentes, para quien los quiera ver, entre las apuestas deportivas, el negocio de las  maquinas de juego, cierta especulación financiera, los horóscopos y magos, los juegos de azar online y los "inocuos" raspa-y-gana. El primer factor que une a estos fenómenos sólo aparentemente distantes se llama dependencia: cuando hay una dependencia sabemos que existe un problema ético enorme, puesto que si se deja la gestión de estos ámbitos al solo mercado, el resultado es la explotación de los más débiles y frágiles por el lucro, con gravísimas consecuencias individuales, familiares y sociales. La adrenalina que experimentan los jugadores de máquinas al oír el tintineo de la cascada de monedas, es muy similar a la que experimentan los especuladores cuando  juegan con el cambio de divisas o con el precio de las materias primas».

Y, como ocurre en todas las cosas, hay un efecto dominó que afecta a otras realidades…

«La proliferación de los juegos de azar es un verdadero escándalo y, desde muchos puntos de vista, una plaga mucho más invasiva y grave de lo que habitualmente pensamos, cuyas raíces son profundas y serias. Estamos asistiendo pasivamente a un crecimiento masivo de una auténtica "cultura" de las apuestas y de la suerte. Pensemos, por ejemplo, en el caso de las apuestas futbolísticas, tan actual como recurrente. Hay una visión mercantil que está trasformando el fútbol de "bien relacional" (encuentro no comercial) en bien de mercado altamente especulativo. Gracias sobre todo a la dictadura sin oposición de las televisoras comerciales, que hoy dominan el futbol profesional, determinando su vida y su muerte, la dimensión de la gratuidad, que debería en cambio constituir su esencia, ya ha desaparecido del juego».

¿Qué podemos hacer?

«Sobre todo es necesario actuar "a todos los niveles". Un primer nivel es el político: ¿cómo es posible, por ejemplo, que no  se extienda a los juegos de azar (poker tv, apuestas online...) la prohibición de hacer publicidad que está vigente para el tabaco? Las dependencias son similares, incluso los efectos de estas nuevas dependencias tal vez sean más graves».

Pero ¿el prohibicionismo será suficiente?

«Pienso que no. Tenemos ejemplos históricos que nos enseñan que después se abren paso fenómenos clandestinos que favorecen la delincuencia organizada. Es necesario pensar también en actuar desde abajo, desde la sociedad civil y los ciudadanos. Por ejemplo, una especie de "objeción de conciencia" de muchos campeones, rechazando su participación en determinada publicidad.  Está luego la dimensión educativa, familiar y escolar. De todo esto hablaré en la Jornada Mundial de la Familia prevista para fines de mayo en Milán. Por ejemplo, debería haber grupos de familias que premien con un sello de calidad ética los locales y bares que renuncian a unos ingresos seguros eliminando las maquinas de juego; ese sello podría atraer a los mismos locales a otros consumidores civilmente responsables».

¿También hay que invertir la escala de valores?

«Mi idea, nuestra idea, es que hay que "premiar a los honestos" al mismo tiempo que se castiga a los deshonestos, algo que es coesencial. El desafío es grande. Occidente comenzó su extraordinaria historia cuando afirmó que la «virtud vence a la fortuna», que la '"eudaimonia" - la vida buena - no depende del destino, sino de nuestras decisiones encaminadas a la virtud, que es la única verdadera respuesta frente a la incertidumbre de la vida. La invasión de la cultura de la fortuna es expresión fuerte de la profunda crisis de la cultura occidental y de un fuerte retorno de la irracionalidad y la  fe en el "hado". Las virtudes públicas, ayer como hoy, nacen sólo de las virtudes privadas, más aún en tiempos de crisis».


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